El Misterioso Sentido del Olfato y cómo los Olores Afectan a Nuestro Cerebro
El sentido del olfato es un sentido principalmente químico. Sirve para detectar y procesar los diferentes olores (también llamados aromas). En los receptores químicos que existen en la mucosa olfativa de la nariz, “encajan”, como si de piezas de puzzle se tratara, las moléculas aromáticas. Éstas, por su naturaleza, son volátiles y se evaporan con más facilidad y rapidez que otras.
Cuando una molécula aromática encaja en un determinado receptor de la mucosa olfativa, se produce una reacción química que se transforma en una señal nerviosa (eléctrica), un estímulo o una información dirigida al bulbo olfatorio, parte anterior del cerebro que se encarga de la percepción olfativa. La información se procesa en los glomérulos y se envía hacia el sistema límbico y el hipotálamo, que parecen ser las partes más antiguas de nuestro cerebro, por lo que a veces se les denomina “cerebro de reptil”.
En realidad tiene sentido, ya que desde aquí se controlan las emociones, los instintos y las cuestiones básicas para la supervivencia de la especie. También es estas zonas se controlan las cuestiones relativas a la memoria y hay una influencia directa sobre las glándulas sexuales y suprarrenales, por lo que hace décadas que se ha demostrado científicamente que un olor puede tener como consecuencia un efecto emocional, sentimental, activador del recuerdo, apaciguador o excitante (sexualidad o agresión).
La parte de la Aromaterapia que estudia y aplica los efectos del olor de los aceites esenciales sobre la mente se denomina Psicoaromaterapia y procura, sobre todo, encontrar aplicaciones beneficiosas, constructivas y placenteras para el ser humano.
Todos los descubrimientos científicos que demuestran de manera clara que los olores (sólo oliendo, sin aplicar nada en la piel o ingerir) tienen un efecto sedante-relajante o estimulante de la memoria (según el tipo de aroma), la gran industria, que hasta entonces (y también en la actualidad) veía la Aromaterapia y la mayor parte de Terapias Naturales con superioridad y desprecio (salvo que sean de interés público y entonces puedan meter “la cuchara” en “la olla comercial), inventó un término patentado: aromacology© o aromacología.
Con una imagen estudiadamente natural y mimetizando la de otros productos del sector de los productos naturales, puso en el mercado productos del todo artificiales (aromas artificiales) del estilo “té verde” o “lavanda”, creando inciensos, jabones, champús, ambientadores, etc, que bajo esta terminología reivindicaban sobre todo bienestar y relajación.
Como cualquier lector puede entender, esto no tiene nada que ver con la Aromaterapia, que parte del uso de aceites esenciales puros y naturales, aunque sean siempre un poco diferentes –cosa que no es admisible desde el punto de vista industrial y masivo de las multinacionales de perfumería y cosmética-, materias primas que suelen tener un precio alto en comparación con las fragancias artificiales y que no permiten la creación de ciertas fragancias que no existen de forma natural o que no pueden extraerse con las tecnologías actuales de las plantas (aromas exóticos, por ejemplo, el anterior té verde, melocotón, musk vegetal y tantas otras fragancias dudosas que pueden ser muy agradables pero en absoluto naturales).
Psicoaromaterapia
En esta bonita parte de la Aromaterapia, empleamos los aromas de los aceites esenciales naturales como ayuda o apoyo en determinados estados mentales-emocionales-psicológicos por los que solemos atravesar los seres humanos. Este tipo de práctica exige tan sólo oler con detenimiento el aceite esencial, por lo que no hace falta aplicarlo sobre la piel para beneficiarse de los efectos.
Pueden emplearse desde sistemas sencillos, como pudiera ser la simple olfacción del frasco o unas simples gotas en un pañuelo, hasta otros más elaborados (esprais con agua y aceites esenciales) o difusores (los eléctricos son los más recomendables).
Los principales usos observados y comprobados científica o empíricamente son:
■ Relajante-Sedante: lavanda, manzanillas, azahar (nerolí), mejorana francesa.
■ Estimulante de la memoria: romero, menta piperita, pimienta negra, limón.
■ Afrodisíaco: ylang-ylang, rosa damascena, absoluto de jazmín, salvia sclarea (romana).
■ Energizante: cardamomo, romero, enebro, árbol del té.
■ Regulador hormonal: salvia sclarea, geranios, rosa damascena, salvia oficinal.
Fuente: Extraído del libro “Aromaterapia Práctica: Una Terapia Natural para el Placer”, de Enrique Sanz Bascuñana.