El Olfato: Olfatoterapia
«Pero, cuando de un viejo pasado no subsiste nada, después de la muerte de los seres, después de la destrucción de las cosas únicas más frágiles, más vivaces, más inmateriales, más persistentes, más fieles, el olor y el sabor permanecen aún por mucho tiempo, como las almas, en el recuerdo, en la esperanza, sobre la ruina de todo lo demás, y dará a luz inquebrantable, su casi imperceptible gotita del enorme edificio del recuerdo» (Marcel Proust, de su libro «En busca del tiempo perdido»).
Una tarde de invierno, el escritor de la gran obra «En busca del tiempo perdido», entra en la casa. Su madre, viéndolo helado hasta los huesos, le propone un poco de té acompañado de «uno de esos pasteles pequeños y regordetes llamados magdalenas», mientras se lleva a sus labios una cucharada de té, en la que había dejado reblandecer un trozo de magdalena: «en el mismo instante en que el bocado, mezclado con las miguitas del pastel tocó mi paladar, hice una mueca, atento a lo que sucedía de extraordinario en mi interior. Un placer delicioso me había invadido, aislado, sin conocimiento de la causa. En un instante, las vicisitudes de la vida se transformaron en indiferentes, sus desastres, inofensivos, del mismo modo que opera el amor, colmándonos de una esencia preciosa: o más bien, esta esencia no estaba en mí, era yo.»
El escritor busca en vano la procedencia de esta «poderosa alegría», hasta que finalmente retorna a sus quehaceres habituales… «De repente, el recuerdo estalló. Este sabor era el mismo de un pedacito de magdalena empapado en la infusión que me daba mi tía (aunque todavía no soy capaz de descubrir por qué ese recuerdo me hizo tan feliz), de pronto vi la antigua casa gris desde la calle, dónde estaba su habitación; surgió en mi mente como si fuera el decorado de una obra de teatro, sobre el jardín que habían construido mis padres en la parte trasera; y la casa, y el pueblo, desde la mañana hasta la tarde y por todos los tiempos, la plaza donde iba antes de desayunar, las calles donde hacíamos carreras, los caminos que recorría cuando el tiempo era bueno…». Perdonen esta cita un poco larga, pero Proust descubre así el poder del olfato, nuestro sentido más primitivo, aunque el autor relate aquí una experiencia gustativa. Los dos sentidos químicos del gusto y el olfato, están, en efecto, íntimamente ligados, gracias al mecanismo de retro-oloración, que permite percibir, a partir del sistema olfativo, las características aromáticas, llamados «aromas», de los alimentos contenidos en la boca.
Un aroma, nos dice el gran Robert, es la «sensación provocada conjuntamente por el gusto y el olor de un alimento», el gusto y el olor están mezclados, sin distinción. ¿Qué nos muestra esta descripción de la magdalena de Proust? Esto es: «la reminiscencia ha provocado la emoción antes e independientemente del razonamiento y de la percepción», como lo subraya muy bien Alain Faniel en su obra «L’Olfactothérapie: sentir pour mieux se sentir» (La Olfatoterapia: sentir para sentirse mejor), prologado por Gilles Fournil (descubridor de la Olfatoterapia), y que termina con una entrevista con él.
Pariente pobre de la terapia, el olfato es, sin embargo, un sentido privilegiado para acceder al mundo de lo emocional y del inconsciente, como nos lo describirá Gilles Fournil de la siguiente manera: «la terapia por el olfato» tiende a liberar, a deshacer esos nudos de emociones vinculadas a sufrimientos del pasado, que son las responsables de nuestras dolencias físicas actuales. Esta terapia «aprovecha los extraordinarios poderes de los olores: por una parte, hace que tomemos conciencia de recuerdos olvidados, por la otra, favorece en nosotros cambios psico-corporales», explica Alain Faniel.
Por ello, la Olfatoterapia utiliza el fenómeno de la emoción que surge antes de que intervenga la verbalización; este fenómeno está vinculado a la especialización del sentido del olfato, como nos explicará Gilles Fournil. Basándose en lo dicho más arriba, la utilización de ciertos olores (los aceites esenciales), nos permite «cortocircuitar lo mental durante un cierto tiempo», para retomar el propósito. El trabajo puede entonces comenzar para el olfatoterapeuta y su «consultante» (no «paciente» o «cliente»).
El Olfato ofrece una vía Privilegiada para acceder a las Emociones y al Inconsciente
Gilles Fournil presentó en 1992 la Olfatoterapia (L’Olfactothérapie®), método psico-energético que utiliza el olor y la vibración de ciertos aceites esenciales, como puerta de entrada o vía de acceso privilegiada a lo emocional y al inconsciente, en un reencuentro con esos momentos olvidados del pasado, que ocultan las causas de las dolencias físicas y psíquicas actuales. Nos anima a ciclos de formación y seminarios de desarrollo personal, donde los olores están omnipresentes.
(ENTREVISTA A GILLES FOURNIL)
¿CÓMO NACE LA OLFATOTERAPIA?
La Olfatoterapia es el resultado de mis 30 años de exploración de los orígenes del sufrimiento humano, del cual verdaderamente comencé a experimentar la causa con ocasión de mi formación en terapia transpersonal con Patrick Drouot. Después de aquello, me orienté hacia la somatología, procedente de un concepto osteopático, desarrollado por Bernard Darraillans. Esta disciplina permite, mediante el tacto (que es un sentido arcaico), liberar los nudos emocionales. En efecto, la estimulación de ciertos puntos concretos del cuerpo, despierta las emociones ocultas y permite su liberación.
Bernard Darraillans me pidió que reflexionara de un modo similar con el olfato, sentido aún más arcaico que el tacto, y sentido privilegiado -decía él- para acceder al mundo de las emociones.
Mis diferentes búsquedas en tradiciones tanto orientales como occidentales (que comentaré más adelante), y fruto de mis experiencias en lo transpersonal y en somatología, dieron como resultado un embrión del método. Posteriormente, un taller permitió sentar las bases de la Olfatoterapia. Esto sucedía en 1992.
¿QUÉ ES LA OLFATOTERAPIA?
La Olfatoterapia utiliza el gran poder evocador de los olores, que nos conducen al origen del sufrimiento, para revivirlo y pacificarlo, gracias al mensaje vibratorio de los aceites esenciales y a la presencia empática del olfatoterapeuta, que comprende el sentimiento y por ello puede tratarlo.
Su definición se incluye en el marco de las terapias breves, somato-emocionales y energéticas.
Breve, porque contrariamente a las terapias de tipo psicoanalítico, se obtienen resultados en un período de entre 6 y 18 meses, siendo el término medio de un año, a razón de una sesión cada 15 días. Cuando el tratamiento finaliza, la persona (consultante) obtiene resultados favorables. El consultante, entonces, se toma un tiempo para «asumir», antes de volver a la consulta, si así lo desea.
Energética, porque además del olor por sí mismo, el aceite esencial inhalado, que posee sus propias cualidades vibratorias, entra en vibración con nuestros chakras y los 3 nadis superiores (sushumna, ida y pingala), que son los canales energéticos a través de los cuales circula la energía vital. Los chakras son puertas importantes de la anatomía sutil del ser humano. Influyen en las glándulas, los órganos y los humores. Representan cuestiones esenciales para la evolución de la conciencia. Su frecuencia específica entra en resonancia con ciertas vibraciones de los aceites esenciales.
Somato-emocional, porque el olfato es el único sentido ligado directamente a lo emocional, puesto que es arcaico. Es por ello que se enfoca rápidamente en despejar lo que está más o menos oculto o reprimido en el inconsciente.
¿CÓMO SUCEDE ESTO?
El sentido del olfato posee una particularidad, relacionada con el nivel de la trayectoria neuronal: existen tres neuronas para los sentidos del gusto, tacto, vista y oído, mientras que no hay más que dos para el sentido del olfato. La neurona que le «falta» al olfato, pasa por el diencéfalo: éste es el mecanismo que permite identificar o mentalizar. Por ejemplo: tenemos ante nosotros el color rojo, sabemos enseguida que se trata del color rojo. Hemos etiquetado rápidamente: esto es el diencéfalo. A continuación interviene la parte afectiva, para determinar si este color nos gusta o no. Cuando se trata de un olor, al contrario de lo que sucede con los colores, lo afectivo, lo emocional, interviene inmediatamente, se presenta una gran dificultad para etiquetar. Hacemos analogías: «esto huele a quemado», «esto huele a florecido»… Hace falta mucho entrenamiento para llegar a poner un nombre a un olor: «esto huele a jazmín o a cedro», por ejemplo. Verdaderamente hace falta educar el olfato, es un ejercicio diario para lograr identificar un olor.
El olfato es el único sentido que llega directamente al rinencéfalo (etimológicamente «nariz del cerebro»), el córtex olfativo donde termina su trayecto el nervio olfativo, es decir, el afectivo: «me gusta o no me gusta». «Lo aprecio o no lo aprecio».
La prioridad del nervio olfativo es lo emocional, inmediatamente surge el recuerdo: «esto me recuerda a la calle donde mi padre trabajaba como librero». «En esta calle había un zapatero que trabajaba el cuero y empleaba una cola cuyo olor me gustaba»… El olor está asociado a una emoción. Cada olor está asociado a un estado emocional concreto. El recuerdo es en general muy claro. Esto se explica por el hecho de que las neuronas de la mucosa olfativa, están reproduciéndose permanentemente. Es por ello que los receptores olfativos se renuevan completamente en un mes y medio, lo que mantiene, en principio, nuestro olfato intacto durante toda la vida. Ésta es la razón por la que los recuerdos olfativos pueden resurgir inalterados mucho tiempo después del acontecimiento.
¿ES ESTE ASPECTO AFECTIVO, EMOCIONAL, EL QUE VAMOS A TRABAJAR EN LAS SESIONES DE OLFATOTERAPIA?
Después de haber probado un máximo de 7-8 olores, se nos permite enseguida explorar 2 o 3, lo ideal son dos: un olor apreciado y a continuación un olor no apreciado. Los olores agradables y desagradables portan una carga emocional que manifiesta atracción o rechazo, lo cual representa un arquetipo. Es la revelación de lo que el consultante tiene necesidad de trabajar en ese momento.
Cuando se toma conciencia, se produce una liberación emocional. Y cuando la persona está dispuesta a cambiar, no solamente se reduce la intensidad emocional asociada al olor, sino que el consultante se familiariza con él y se torna más neutral. Se le presenta así inmediatamente el olor, y se le pregunta cómo lo clasifica: ¿apreciado o no apreciado? Su respuesta nos permitirá saber si la terapia ha tenido éxito. En caso afirmativo, la persona estará lista para asumir el cambio.
Ésta es la principal característica de la Olfatoterapia: no es el terapeuta quien cuantifica la mejoría del paciente, sino el propio olfato del consultante quien lo determina. El olfatoterapeuta no tiene ningún control sobre el resultado.
LA OLFATOTERAPIA SE INICIA CON UN COFRECITO DE 16 ACEITES ESENCIALES? ¿PUEDE USTED EXPLICARNOS SU MODO DE EMPLEO?
Yo investigaba los olores que corresponden a las siete cuestiones principales que se plantea el ser humano, siete arquetipos primarios (ver el cuadro siguiente para la definición de arquetipo y los siete arquetipos que se trabajan), correspondientes a los 7 chakras principales. Yo he trabajado, tal como te comentaba, con las tradiciones orientales, más adelante conocí a alguien que me reconcilió con las tradiciones occidentales: el esoterismo cristiano y sus ritos de iniciación. Mis investigaciones en los dos campos, me han permitido establecer estas correspondencias.
Según Freud (1856-1939), el hombre posee un patrimonio, transmitido filogenéticamente, de estructuras fantasiosas típicas (vía intrauterina, escenario original, castración, seducción…). Éstas son las fantasías que originan (según los psicoanalistas) y organizan el mundo de las fantasías, sean cuales sean las experiencias personales del sujeto. Son universales y habitan en el inconsciente colectivo. Carl Gustav Jung (1875-1961), amplió este concepto a los «prototipos de conjuntos simbólicos inscritos en el inconsciente» que forman una estructura. El analista de Zúrich los bautizó como «los arquetipos». Estos se manifiestan como estructuras físicas casi universales, innatos o heredados; una especie de consciencia e inconsciencia colectivas. Estos se expresan a través de símbolos específicos, cargados de «gran potencia energética, -subraya Jung-. Juegan un papel motor y unificador considerable en la evolución de la personalidad». Cuanta más relación existe con el arquetipo inconsciente, más capaces somos de controlar nuestros comportamientos, miedos, deseos, sueños, pesadillas. Despertarse (sanar), es pues tomar conciencia de las posiciones (entre huida y apego), que se mantienen con los arquetipos, a fin de pacificarlos para dejar de ser simples marionetas. Los arquetipos son universales, pero lo que es individual es como cada uno se posiciona frente a ellos, cómo los gestiona. En el pasado, los arquetipos eran a menudo utilizados con un propósito iniciático. Hoy en día, resultan especialmente útiles para comprender el origen del sufrimiento humano y resolverlo. Los 7 arquetipos primarios hallan su correspondencia con los 7 chakras principales: ● Arquetipo 1: La supervivencia - (chakra 1): es la seguridad la que nos guía. Este arquetipo es el más inconsciente, el más pulsional, contiene en sí las dos polaridades fundamentales que cohabitan en nosotros: el sadismo y el masoquismo. Se esconde detrás de cada arquetipo la pulsión de muerte y el instinto de supervivencia. Es común en hombres y mujeres. ● Arquetipo 2: El deseo (en el más amplio sentido de la palabra) y la entidad sexual – (chakra 2): es el arquetipo que nos imprime el deseo de ver el mañana: es un antidepresivo. La depresión es un efecto caracterizado por una ausencia de deseo en su más amplio sentido, el extremo de la ausencia del deseo de vivir, puede arrastrar a la pulsión suicida. Es un impulso de vida, y al mismo tiempo la primera dualidad. Este arquetipo no es común a los hombres y a las mujeres, que tienen identidades sexuales diferentes. El hombre debe dejar emerger su mujer interior y asumir su pene, mientras que la mujer debe dejar emerger su hombre interior y asumir su vagina. ● Arquetipo 3: La irradiación – (chakra 3): ¿Cuál es mi posición en la familia, con los hermanos. Cómo me ubico en la sociedad? La noción de poder es importante aquí: ¿lo tengo? ¿lo utilizo, lo sufro, cuál es mi relación con el entorno? ¿Soy más bien hiperactivo, extrovertido, con un plexo brillante, o soy más bien introvertido? La salud es el equilibrio entre los dos polos. La Olfatoterapia ayuda a pacificar la relación con el arquetipo: cuando el olor que se percibe no resulta agradable o resulta demasiado agradable, esto revela en efecto una tendencia a estar huyendo de un extremo o apegándose al otro. ● Arquetipo 4: El corazón, el amor – (chakra 4): con los dos extremos: el corazón abierto: sentimental, sin ningún rigor, o por el contrario, cerrado: con exceso de rigor y de autoridad. ● Arquetipo 5: La creatividad – (chakra 5): con los dos extremos: el yang, que se expresa a través del arte en general: escritura, danza…, y el extremo yin, pausado, poco activo, no expresivo, que dedica su tiempo a asimilar, inspirarse y contemplar. Hace falta, por supuesto, un equilibrio entre ambos: debe haber un tiempo para asimilar y un tiempo para expresar, del mismo modo que inspiramos el aire para expirarlo a continuación. ● Arquetipo 6: Claridad de visión - (chakra 6): está asociado al tercer ojo, es también el juicio. Percibir más allá de las ilusiones (maya), la acción de una inteligencia cósmica o divina por todas partes y todo el tiempo. Ilustra la apertura del sexto chackra un cierto estado de gracia en la persona. Si por el contrario el tercer ojo está cerrado, se traduce en hipo actividad y juicio: «aquí se está bien» (divino) y «allá se está mal»… o bien: «yo lo hago bien, los otros son los demonios» (complejo de ángel). Si el tercer ojo está demasiado abierto en relación con la conciencia del sujeto, puede conducir a delirios y alucinaciones. ● Arquetipo 7: La realización - (chakra 7): este arquetipo es de algún modo el «director de orquesta» de los seis anteriores. Está fuertemente asociado con la muerte. Es el tipo de sufrimiento asociado al duelo que no ha finalizado, el duelo por parientes cercanos o situaciones. |
Cada rito está asociado a un olor y a una acción específica, lo que ha hecho surgir una especie de «gráfico de lectura de los olores». Este gráfico de correspondencias es relativo, lo adelanto, es una ayuda valiosa, pero no nos limitamos a él. Lo que cuenta principalmente en la sesión, es cómo el consultante reacciona a un olor y cómo el olfatoterapeuta le acompaña; el gráfico es secundario.
El cofrecito fue creándose poco a poco. Quise proponer aceites esenciales fáciles de conseguir. He conservado el incienso, por ejemplo, que tiene un carácter más occidental que el loto.
Si ciertas correspondencias son evidentes, como la rosa, asociada al corazón y el olíbano lo está con el chackra de la corona, otras lo son menos. Yo, por ejemplo, he añadido el geranio, asociado al corazón también, que actúa de puente con el plexo solar. La rosa está de manera evidente asociada al arquetipo del amor y de la apertura del corazón, pero en la consulta, resulta muy difícil para los consultantes familiarizarse, se produce el famoso «tira y afloja», que permite el paso del arquetipo 3: «yo te quiero si…», al arquetipo 4: «yo te quiero igualmente si…», el amor más incondicional. Es un auténtico logro para muchas personas, en efecto, es la enseñanza que llega de la mano de la era de Acuario. El geranio tiene un olor cercano al de la rosa, pero menos rico, su vibración es más dulce, más lenta. Prepara pues la apertura del corazón, favoreciendo la posibilidad del inicio del «yo te amo igualmente si…».
He ido añadiendo de este modo diferentes fragancias, permitiendo con ello gestionar las sesiones de la mejor forma posible.
USTED AÑADIÓ POSTERIORMENTE OTROS ACEITES PARA CREAR EL COFRECITO LLAMADO «DE MERLÍN». ¿QUÉ ES ESTO?
Son aproximadamente 16 aceites esenciales de base, a los que he ido añadiendo hasta sesenta olores complementarios, escogidos por su valor evocador y/o vibracional: 76 olores, o sea 76 preguntas específicas repartidas en diferentes planos de conciencia.
Esos olores, a menudo poco o nada utilizados en Aromaterapia, hacen referencia a una simbología universal, e invitan a dejarse guiar más por el instinto olfativo que por la mente lógica. Estos olores invitan de manera espontánea a dirigirnos con el consultante hacia determinados aceites, los cuales son situados por el olfatoterapeuta en el entorno inmediato del consultante, que verá afectados sus cuerpos sutiles. La terapia se sitúa en la dimensión transpersonal, hacia la toma de conciencia de que se está realmente en el conocimiento de uno mismo y de los demás. Es necesario, para lograrlo, relajar la mente, que es exactamente lo que los olores nos permiten.
Eran necesarios pues, aceites interesantes a nivel vibratorio y olfativo, pero igualmente simbólicos y arquetípicos, como los son el nardo y la hierba dulce.
USTED PROPONE IGUALMENTE SINERGIAS. ¿QUÉ ES ESTO EXACTAMENTE Y A QUÉ TIPO DE CONSULTANTE VA DIRIGIDO?
En los comienzos de mi ejercicio como olfatoterapeuta, observé que los olores de los aceites puros, no eran del todo recomendables para cierto grupo de consultantes, a saber: las personas frágiles, las personas mayores, los niños, las mujeres embarazadas e incluso las personas propensas a estados depresivos.
Los olores de los aceites puros, preparan la conciencia para el contacto con una sola parte de la personalidad, del árbol de la vida. Una polaridad de un solo arquetipo (yin o yang).
Eran necesarios pues, para estas personas, olores que pudieran asociar las polaridades igualmente para cada arquetipo, una sinergia comportando tanto yin como yang, equilibrada, e integrando toda la gama. Esto resulta más agradable para la persona: notar el olor de un nivel del árbol de la vida (que permanece vinculado a todos los niveles), que a todos los otros arquetipos (y tampoco a uno solo como con un olor puro).
La utilidad de las sinergias es proponer un refuerzo positivo para quienes tienen necesidad de ello. Para 9 de cada 10 consultantes, las sinergias resultan agradables o desagradables.
Cuando creé las 7 sinergias, me pareció evidente que era precisa una octava, que fuera la quintaesencia de las otras siete: a esta octava la denominé «octaesencia». Esta esencia se reveló como «mágica», posee una dimensión más áurica, un árbol de la vida donde se concede a cada chakra su lugar.
HA HABLADO EN REPETIDAS OCASIONES DEL ALCANCE VIBRATORIO DE LOS ACEITES ESENCIALES. UNA PROPIEDAD «OCULTA», DIGAMOS MÁS BIEN «INVISIBLE», ESENCIAL. ¿PUEDE COMENTARNOS UN POCO MÁS SOBRE ESTO?
Este aspecto vibratorio del aceite esencial en la práctica de la Olfatoterapia, se encuentra todavía en fase de desarrollo.
En los comienzos de la Olfatoterapia, esta dimensión vibratoria de un frasco cerrado conteniendo el aceite esencial, era aplicada únicamente como complemento energético en el trabajo somato-emocional realizado con los olores. El frasco cerrado se colocaba sobre el plexo de la persona, y la vibración del aceite contenido en el frasco, debía hacer resonar los chakras.
Con el tiempo hemos podido confirmar su efectividad: la acción vibrante de los aceites, es tan importante como la propia acción olfativa. Únicamente el enfoque vibratorio (es decir, sin olor, puesto que el frasco se encuentra cerrado), ha sido sometido a prueba en decenas de personas, con las que obtuvimos grandes resultados, visibles en todos los casos. Personas que asisten a mis talleres y que, a priori, no creen en la terapia, incluso hasta los más escépticos, se han visto obligados a creer en lo que sienten. Es sutil.
A media que pasa el tiempo, más conscientes somos del efecto vibratorio de los aceites esenciales. Al mismo tiempo, se hace evidente la cualidad omnipresente: estamos inmersos en un Todo, nada está separado y todo es información vibracional: difícilmente podemos ocultar esta dimensión. Formamos parte de esta información. Las numerosas frecuencias de los aceites esenciales, nos transmiten información; entran en resonancia con nuestras propias vibraciones. La inteligencia de la planta pasa así a ocupar nuestros «vacíos intercelulares».
Olfatoterapeuta y consultante se impregnan de esta inteligencia del vacío intermolecular de los aceites, del que se sabe que está cargado de energía e información. El beneficio de la Olfatoterapia consiste en aprovechar estas informaciones y frecuencias con el fin de absorber la perfección del reino vegetal, del que podemos decir que ha completado su evolución, contrariamente a lo que sucede con el reino animal, más concretamente con el ser humano. Los aceites esenciales son el resultado de la concentración alquímica de la planta. A través de sus frecuencias, nos impregnamos de su inteligencia cósmica para integrarnos en la relación con el cosmos.
El ámbito cuántico es muy importante. Con la experiencia, el estado de conciencia del terapeuta adquiere cada vez más relevancia, superando la importancia del propio aceite. El aceite entonces no es más que un pretexto para alcanzar una conciencia armoniosa y un conocimiento. Los aceites esenciales están ahí para facilitar el trabajo.
El estado de conciencia del olfatoterapeuta es fundamental. Éste debe pensar simplemente en la información primaria que va a transmitir al consultante: para lograr más paz, alcanzar una mayor aceptación de sí mismo y de los demás y adquirir un mayor grado de confianza. En este sentido, la calidad de la transmisión es esencial. Si el propio terapeuta no se siente en paz, su estado de conciencia inevitablemente perturbará al del consultante.
Cada vez más, mi enseñanza se centra en la conciencia del consultante. Poca importancia tiene la herramienta utilizada: lo que importa es el estado del ser, la relación de ser a ser; no existe el «método milagroso». Es apasionante.
Las posibilidades que se nos presentan en este campo son ilimitadas, lo que provoca que viva la Olfatoterapia con tanta pasión, la misma después de tantos años de dedicación. Esta apertura hacia nuevas posibilidades, constantemente me proporciona el impulso para continuar investigando y compartiendo los resultados de mi búsqueda. Me motiva saber que es bueno para muchas personas.
La Aromaterapia y la Olfatoterapia: lo que las Diferencia
La Aromaterapia utiliza aceites esenciales por sus virtudes bioquímicas. Los aceites están directamente en contacto con el cuerpo, ya sea por inhalación, aplicación cutánea, vía oral o incluso rectal (bajo la forma de supositorios).
Como en la medicina «clásica», el aromaterapeuta utiliza una posología en la que a cada síntoma le corresponde un determinado aceite. Actualmente la Aromaterapia comienza a darse cuenta del alcance más amplio de los aceites esenciales. El doctor Daniel Pénoêl, por ejemplo, ha trabajado en Aromaterapia cuántica, donde el ternario aromático es: materia – energía – información, y constituye el fundamento de lo que se denomina una «medicina aromática integrada».
La Olfatoterapia no es exclusivamente molecular: son los olores y las vibraciones de los aceites los que nos interesan. Es un acercamiento a la fuente vegetal como entidad, entidad que es mucho más que un simple compuesto de moléculas bioquímicas. El aceite no está directamente en contacto con el cuerpo, es necesario «sentirlo». Para el tratamiento vibratorio, el frasco que contiene el aceite esencial se coloca, o bien sobre el plexo del consultante, o en su entorno más próximo.
De alguna manera, la Olfatoterapia es a la Aromaterapia, lo que la Homeopatía es a la medicina alopática.